Exposición fotográfica acerca del micro cosmos.
Inició un viaje místico en contacto con lo invisible ante la mirada ajena de la metrópoli. Nuestra inmersión hacia las necesidades que provoca el vivir en la Ciudad de México nos distancia del encuentro con ese otro cosmos que está altamente vinculado con el nuestro. El principio del recorrido al contacto con estos pequeños seres, nos muestran su grandeza, siempre y cuando nos permitamos el contemplarlos. Cada ocasión en su compañía logra fortalecer las reflexiones de nuestra propia existencia y como cada acto corresponde al vínculo que tenemos con la divinidad.
Los maestros fueron cambiando a lo largo de las temporadas, algunos con sus poderosas armaduras, otros con sus decorados exóticos y algunos con sus tan maravillosas habilidades. Todos siempre en silencio y en la espera de las dictado que marca cada momento. Y mientras absorbía cada instante de estos sabios diminutos, los gigantes y longevos seres que los abrazan se hicieron evidentes ante la mirada neófita de mi ser. Es ahí cuando el universo se conjugo en uno y cómo decían nuestros ancestros, el macro vive en el micro y el micro en el macro. Hasta ese segundo mi indiferencia se había convertido en la barrera para prestar atención; la soberbia, en el obstáculo para comprender que todos estamos altamente relacionados y que la cámara es el alquimista que devora la ocasión para admitir que soy el yo con mi entorno.
Cada encuentro con nuestros pequeños y grandes maestros colocaron las palabras adecuadas, promoviendo la metamorfosis de cada una de las imágenes que la mirada humana otorga a sus iguales, y así plasmar las lecciones que el cosmos nos regala todo el tiempo. A través de esos destellos de luz nos envolvemos en nuestras dudas y dejamos fluir nuestra existencia al dejar de cuestionar los planes universales sobre nuestra existencia.
Italo Ruas
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